jueves, 16 de mayo de 2013

DEPRESIÓN, ANSIEDAD, DOLOR DE ESPALDA

 
Publicado en el “Espacio Humano” de abril del 2008

La vida actual es la vida de las prisas. Vamos de aquí para allá sin parar.
Somos una sociedad hiperactiva. Nos agotamos, nos explotamos y el ritmo frenético en que estamos sumergidos nos hace perder fácilmente la salud.
Cada vez más personas padecen en algún momento de su vida ansiedad.
La depresión va en aumento, se dispara el número de bajas laborales por depresión, y por dolor de espalda, que es la segunda causa de bajas laborales.
Lo combatimos mediante medicamentos. Los ansiolíticos y los antidepresivos, los relajantes musculares, los analgésicos nos ayudan a sobrellevar el dolor y seguir adelante.
Pero estos medicamentes no curan. Los medicamentos actúan sobre el síntoma, pero no sobre la causa de la enfermedad.
La verdadera curación es atender la causa de la enfermedad.
En todos los casos la causa de la enfermedad es el no escucharnos, no atendernos, no conocernos. La sociedad nos llena de obligaciones y tareas, nos condiciona, y nosotros nos condicionamos a nosotros mismos para cumplir nuestras metas.
Vivimos por y para el mundo exterior, pero no nos paramos a preguntarnos “¿qué me pasa?” No nos escuchamos ni interiorizamos.
El mundo exterior y las obligaciones que nos creamos nos absorben.
La depresión nos aleja del mundo externo al dejarnos sin energía que nos obliga a mirar el interior, nos ayuda a mirar dentro.
A veces nos cuesta porque no nos gustamos a nosotros mismos si estamos sin hacer nada, tristes, alicaídos, inapetentes, llorosos…
Sólo soportamos vernos en el espejo cuando estamos pletóricos y radiantes. Nos gusta sólo una cara nuestra, rechazamos la otra. Pero ambas caras son nuestras.
Para volver a sentirnos bien es necesario adentrarnos en nuestro interior.
La ansiedad se combate con masajes. Es la manera de relajarse más benevolente y agradable y sin riesgo de dependencia farmacológica y efectos secundarios.
La tensión de la mente genera un cuerpo tenso. Aparece el dolor de espalda y todo el malestar de la tensión, problemas digestivos, jaquecas etc.
Cuerpo y mente están conectados de manera que al igual que una mente tensa genera un cuerpo tenso, si destensamos el cuerpo calmamos la mente.
Si destensamos el cuerpo mediante masajes, junto con la tensión muscular desaparece la tensión mental.
Un masaje libera de manera natural las sustancias de la química cerebral que general la tranquilidad que nos proporcionamos artificialmente con los medicamentos. Además no tiene efectos secundarios ni crea adicción, y resulta una manera más natural y amorosa de tratar al cuerpo.
Un cuerpo medicado es un cuerpo obligado y forzado a estar bien, es un cuerpo maltratado, no respetado. Con un masaje a tu cuerpo le tratas con más respeto y amor.
Eres más humano contigo mismo si te sometes regularmente a unas manos expertas y humanas como tú que están a tu disposición para que recuperes tu bienestar físico y mental perdido.
Un masaje es un acto de amor. Tomar pastillas no es nada comparable.
Con el masaje destensas las contracturas que causan dolor, facilitas la circulación de la sangre, permitiendo a las células nutrirse y oxigenarse. Actúa sobre el sistema nervioso muy positivamente, te ayuda a dormir mejor, con lo cual te ayuda a tener descanso de mayor calidad y profundidad. Al suavizar la piel y ayudar a que no se acumule la antiestética grasa, aumenta tu belleza.
Un masaje es la mejor forma de relajarnos, y solo mediante la relajación podemos acceder a la meditación.
La relajación es la puerta de la meditación.
Cuando conseguimos meditar, conseguimos desidentificarnos de los pensamientos y las emociones que nos perturban. Los pensamientos que nos generan miedo y las emociones que consideramos negativas y nos minan la autoestima, se ven como algo que pasa por ti pero no eres tú. Ayuda a desidentificarnos, ayuda a observarnos al margen de ellos.
Sólo cuando puedes vislumbrar lo que en realidad eres al margen de tus pensamientos, solo cuando logres alejarte de las emociones que tanto te perturban, puedes salir del pozo en que te hayas metido que te lleva por el camino de la ansiedad y la depresión.
Las emociones no hay que rechazarlas. Lo hacemos porque no nos gusta vernos con miedo, con celos, envidiosos, tristes, iracundos, abatidos…
No solemos escuchar las emociones para descubrir los mecanismos de nuestro interior. Preferimos ocultarlos en la sombra. Los sumergimos directamente en el subconsciente. Por eso no logramos conocernos íntimamente a nosotros mismos. Somos como un iceberg, solo vemos una parte de nosotros.
Y si no nos conocemos a nosotros mismos, si nos rechazamos, no podemos tampoco conocer ni amar, no nos relacionarnos de manera sana.
Las emociones no atendidas o reprimidas generan falta de salud, desde un malestar leve a un grave tumor.
Antes de llegar a ese extremo debemos aprender a escucharlas y liberarlas sin rechazarnos a nosotros mismos.
No soy un monstruo por sentir celos, los puedo apartar, aprender a vivir con ellos. Ni por sentir envidia, puedo comprender que lo que me causa envidia ahora es porque es algo que yo quiero para mí, y pongo mi energía en ir por mi objetivo sin odiarte a ti.
Ni por tener ira, debo atender y comprender las circunstancias que me general ira y liberarla sin dañar a otros ni a mí mismo.
No soy perfecto ni tengo que serlo, solo humano, debe descubrir mi humanidad y elevarme por encima en lugar de rechazarme.
Para combatir la depresión, la ansiedad y diferentes estados emocionales que nos hacen sentir mal, hay una medicina natural, las Flores de Bach. Se toman fácilmente, en forma de gotas y que no contiene ninguna sustancia nociva que produzca efectos secundarios.
De la naturaleza misma, ayudan suave y naturalmente a recuperar el equilibrio perdido.
Para el doctor Bach dos eran los desequilibrios básicos, cuando los deseos e intereses de la personalidad se interponen ante nuestra parte más espiritual y elevada, y las malas relaciones con los demás.
Las malas relaciones personales perturban nuestra salud. A veces la relación con el jefe o con la suegra o alguien que nos cae mal nos genera dolor de cabeza o nos afecta el sistema digestivo o nos altera el sueño.
Con los masajes y las Flores de Bach y practicando la meditación para visitar nuestro interior y conocernos mejor la ansiedad y la depresión no nos visitarán y si lo hacen será de una manera más suave y llevadera y más corta en el tiempo.
Es normal deprimirse ante ciertas circunstancias de la vida como la muerte de un ser querido.
Pero si la depresión la vivimos conscientemente y plenamente si asustarnos de ella nos sobrepondremos más pronto, antes saldremos de ella para recuperar nuestro ritmo normal de vida.
Empieza a cuidarte en la depresión y en tus momentos de ansiedad de otra manera. No caigas en el hábito de la medicación, que puede llegar a generarte dependencia farmacológica y daña tanto el organismo. Los medicamentes en mayor o menor medida son agresivos para el hígado y otros órganos y no dejan que el cuerpo encuentre su propio equilibrio de manera natural.
No te limites a la medicación, prueba otras alternativas más humanas y benevolentes.
Cuídate con masajes para aliviar tus tensiones, equilibra tus estados de ánimo perturbadores con Flores de Bach y verás como ganas en salud y bienestar.
Adquiere el hábito de meditar y de interiorizarte y cuidarte y la ansiedad y la depresión serán leves y breves e incluso desaparecerán por completo.
De esa manera te haces responsable de ti, de tu vida, ganas en poder personal y no dependes de otros para estar bien, tú generas tu bienestar permitiéndote un placentero masaje y con ayuda de las Flores de Bach.



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